10 febrero 2016

Tristana, Benito Pérez Galdós

   ¡Qué deleite para los sentidos leer a don Benito! Confieso que soy un poco cobarde para seleccionar a los clásicos en el Club de Lectura; tengo con ellos la prevención arrastrada de los tiempos de instituto, cuando sí o sí debíamos leer a los grandes de la literatura española como parte fundamental de nuestra aproximación a la cultura general. Casi con todos ellos disfruté y siempre, en cualquier caso, me alegré de que me hubieran exigido tal o cual lectura, pues, de no haber sido así, con mucha probabilidad jamás hubiera elegido voluntariamente conocer esos textos en primera persona.

   “Tristana” se quedó en el camino y, cuando lo propuse a mis Nivales, me sorprendió gratamente la aceptación inmediata por parte de todas.

   ¡Qué maestría en el arte de crear la personalidad de una mujer valiente, inteligente, decidida, aventurera! Es Tristana un ejemplo de libertad. “Pocas cosas sé”, confiesa en un momento dado, “pero una de ellas es que tengo alas”. Tristana crece a lo largo de la novela. De su niñez y adolescencia nos cuenta Galdós lo imprescindible para saber los condicionantes que la llevarán a desarrollar posteriormente su manera de pensar y de actuar.

   Nos parece percibir en las galdosianas páginas de esta novela la sombra de una relación que, pese a estar destinada a permanecer por siempre en el mundo de los secretos, planea de manera pública en nuestra sociedad: doña Emilia Pardo Bazán y don Benito Pérez Galdós compartían algo más que el gusto por las letras. ¿Fue Emilia la inspiración para crear a Tristana? Ignoramos la respuesta, pero invitamos a los lectores a buscar el libro “Miquiño mío”, una recopilación de las cartas que la gallega escribía a su amor secreto y… que decida cada uno.

OPINIONES DE NUESTROS LECTORES

Mar
"Me ha encantado. La riqueza de los personajes y la historia atemporal. Un gustazo."

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